Qué hacer cuando las cosas no encajan.
Cuando me hace falta un manual de
instrucciones para todo, porque no confío en ninguno de los pasos
que decido yo misma.
Todo lo que parece que va a salir mal,
sale relativamente bien, lo justo para que me haga sentir tonta por
haber dudado.
Pero no puedo hacer nada, porque
incluso no sé si está pasando de verdad, o son fantasías mías, o
mi mente se ha vuelto del revés.
Ni si quiera sé de qué me preocupo
tanto, ni tampoco sé porque me hago creer a mi misma en algunos lapsus de
valentía que nada me importa.
Que podría renunciar si quisiera, y
que sería feliz por ello.
Que no cuento mis sueños porque sino, no se harán realidad.
Que soy como los demás.
Siempre creí que era fuerte. Y que si
me lo proponía, podía tener todo controlado.
Pero cuando las cosas se van a otra
órbita y se pierden del alcance hay que saber reconocerlo.
Hay que tragar con lo que toca, no lo
digo yo, lo dice la dignidad de mi persona.
Juegos del destino. Ni si quiera sé si
creo en el destino, pero hay que echarle la culpa a algo.
Porque la impotencia ante la situación
en la que no puedo hacer nada me retuerce de rabia.
Pero es más fácil actuar como sino
pasara nada.
Porque soy más feliz pensando que
tengo todo bajo control y que no pasa nada, aunque me engañe a mí
misma y lo sepa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario