Soy la llave rota e inservible que no
abre nada.
Soy la incógnita de la ecuación que
no puede ser resuelta.
Soy el neón que tintinea por las
noches en la fachada de un burdel.
Soy el musculo dañado del ala de un
ave que le impide volar.
Soy el trozo de cielo que se esconde
tras una nube grisácea.
Soy la cabina telefónica sin línea.
Soy el beso que te contagiará la
mononucleosis.
Soy la ropa rasgada de un vagabundo.
Soy uno de los cristales de una botella
rota tras una pelea en un bar.
Soy el airbag defectuoso de un coche
que fabricó una empresa barata.
Soy el humo de tabaco que nunca volverá
al cigarrillo y el que sale entre los dientes amarillentos de un
fumador.
Soy el hogar derruido en el que antes
habitaba una familia y ahora es cobijo de roedores que se cuelan
entre los escombros.
Soy aquel niño africano con
desnutrición crónica que sale en las noticias y del que te
compadeces mientras tiras el resto de carne de tu plato porque no te
gusta.
Soy aquello en lo que piensas y después
te sientes culpable por ello.
Soy la madera astillada con la que
trabaja un carpintero pobre para luego no poder venderla.
Soy la manía insana de un obsesivo
compulsivo que le conduce a la locura.
Soy la señal de stop oxidada de una
carretera que no lleva a ninguna parte.
Soy la promesa rota que te creíste.
Soy esa decisión equivocada que toma
el médico de un ser querido.
Soy el sentimiento que te aterra y te
hace cometer estupideces.
Soy aquel capricho que deseaste
intensamente para después aburrirte de él y dejarlo de lado como
muchas otros.
Soy aquel momento de tu vida del que te
arrepientes hasta la muerte.
Soy difunta esperanza de un prisionero
condenado la ejecución.
Soy la última bala que cae en un campo
de batalla y no se alcanza a escuchar porque no quedaron
supervivientes.
Soy el cordón del zapato que se desató
e hizo caer a aquel que corría por su vida.
Soy ese sueño frustrado y apartado por
una vida que tú no elegiste.
Soy esa línea que jamás te atreviste
a traspasar.
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