viernes, 23 de marzo de 2012

Realistas y soñadores


Realidad o sueño.
Por consecuencia: realista o soñador.
Una persona realista es aquella que ve las noticias, lee el periódico, y tiene un trabajo normal y corriente para mantenerse. Porque a diferencia del soñador, el realista buscó en su día una carrera cualquiera que fuera, le gustara o no, porque algo hay que hacer en la vida. Piensa que el dinero no sale de debajo de las piedras. Sin dinero no hay casa, no hay comida... bueno, no hace falta que explique eso, está bastante claro que sin dinero no llegas a ningún sitio. Todos saben, menos los más inocentes, que el mundo lo mueve el dinero.
En fin, un soñador es una persona con una mente totalmente distinta. Generalmente, los soñadores eligen cómo quieren vivir. Esa es la mayor virtud de los soñadores. Hay dos formas de ver su estilo de vida: perfecta o de ilusos, por creer que pueden llegar a algo en la vida, porque generalmente tienden a hacer cosas como elegir carreras artísticas, aún sabiendo que seguramente no lleven a ninguna parte. Se me olvidaba una cosa importante: si un sueño no es lo suficientemente complicado de alcanzar, no es un sueño. Esto es clave, ya que los soñadores tenderán a perseguir su sueño cueste lo que les cueste. Y no siempre se alcanzan. Casi nunca se alcanzan, para qué mentir. Por eso la gente tiende a olvidarlos, a esconderlos, porque los sueños son ridículos (desde el punto de vista de los realistas), fantasiosos y no llevan a ningún lugar real. Realidad. ¿Los soñadores huyen de la realidad o la afrontan? Porque la verdad es que ya no sé. Se me escapa. Hay otro factor, un poco menos importante que el dinero, pero tampoco es moco de pavo: el apoyo. Porque hay algo que existe que se llama presión social, o familiar, o de grupo o como se quiera llamar según el caso. Y si en vez de apoyo sufres todo lo contrario, más te alejarás de aquello que quieres.
¿Qué que soy yo?
Pues no sé.
¿Qué quiero? Pues no lo sé.
Viajar, ir a mi aire, vivir la vida como realmente quiero.
Quiero despertarme en un país diferente al de la semana anterior.
Quiero comprar pasajes de avión que sobrevuelen mares y billetes de tren que me acerquen a grandes ciudades.
Quiero dormir en camas de hotel y hacer auto-stop.
Quiero fotografiar cada muesca de lo imperceptible a simple vista.
Quiero visitar todos los bares y probar todas las bebidas estadounidenses.
Quiero pintar en un lienzo en blanco todos los romances de una noche que siempre desee tener en esta odisea.
Quiero escribir hasta el último de mis pensamientos e ideas sobre papel y enviarlas a algún sitio donde alguien las lea.
Quiero cantar y ser escuchada sin vergüenza, bailar y que se me unan.
Quiero entablar amistades por todos los rincones del mundo y probar la gastronomía de 1000 culturas.

Quiero que al morir, vieja o joven, no tenga que arrepentirme por ser una cobarde por no cumplir todo aquello que deseaba hacer en mi vida.

Pero, por desgracia, cada vez pienso que, como un tipo demasiado sabio dijo una vez:
los sueños, sueños son.
Socorro. No quiero convertirme en una realista.



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